jueves, 26 de enero de 2012

Traducción de un Artículo sobre Vinos Naturales, por Eric Azimov (New York Times)

Vinos que Merece Probar, Pero No Rabiar contra ellos

Robert M. Parker Jr., el poderoso crítico de vinos, los ha llamado “uno de los mayores timos” nunca perpetrado contra los consumidores de vino.


Otros escritores se han apuntado al ataque también, aunque con menos rabia. Mike Steinberger, en Slate.com, se ha referido al “lado chic del vino” y se ha quejado de la falta de dialogo. Tom Wark, vendedor y promotor de vinos y bloguero, los acusa de despreciar a la competencia para poder definirse. A algunos conocidos míos del mundo del vino, directamente les da asco el tema.

¿El blanco de estos ataques? Pues, los vinos naturales y sus partidarios, a veces denominados grandiosamente como el “Movimiento de los Vinos Naturales”, con todo lo que implica, es decir la existencia de líderes, una ortodoxia, y un agenda concreta.

Pero ¿qué es ese movimiento, realmente? No es nada más que una minúsculo grupo de productores de vino, quienes, juntos con una variopinta colección de restaurantes, vinotecas, consumidores y escritores, prefieren beber vinos hechos con un mínimo de manipulación; es decir, prefieren que las uvas sean cultivadas ecológicamente, o parecido, y luego que la fermentación no sea forzada o manipulada, sino simplemente acompañada y cuidada, y sin añadir nada ni quitar nada al mosto o al vino.

No debería haber problemas con eso. Sin embargo, la mera mención de estas ideas encienden los ánimos que no tardan en explotar. De hecho, como suele ocurrir con las cosas o personas que molestan, las reacciones de los críticos proporcionan al irritante mucha más atención que realmente se merece.

Hace casi dos años, comparé el debate sobre los vinos naturales a un avispero, que había provocado desacuerdos en todo el mundo del vino. Durante este periodo, la cosa ha empeorado, solo que ahora las voces más gritonas son las que denegran. Este hecho, me hace preguntar ¿Qué amenaza ven los críticos, exactamente, en los vinos naturales y en la gente que le gusta beberlos?

Evidentemente, los críticos perciben a los amantes de los vinos naturales como fundamentalistas farisaicos, regañones y mojigatos, aunque la evidencia solo sea por implicación, es decir “si llamas a tu vino ‘natural’, ¿qué es el mío, entonces? ¿No natural? ¿Manipulado?

Como muchas personas han dicho, la palabra ‘natural’ es nebulosa y mal definida. Nadie sabe exactamente lo que quiere decir, y menos sus partidarios, quienes además parece que tengan poco interés en especificar y codificar.

Para algunos, en el extremo de la escala, ‘natural’ puede significar no usar nada de sulfitos; una maniobra arriesgada, ya que este producto químico se has usado desde la antigüedad como estabilizador de vino. Sin sulfitos, el vino ha de hacerse bajo una higiene extremada, y su transporte y almacenaje deben ser muy cuidados si no el vino podría estropearse.

Otros, más moderados, admiten el uso de azufre, pero insisten en fermentar el vino solo con levaduras autóctonas, en vez de intentar guiar la fermentación mediante la selección de cepas de levadura cultivada y añadirlas al mosto.

Esta falta de definición, que también se manifiesta en muchos otros aspectos, molesta mucho a los críticos, pero es uno de los puntos fuertes de los partidarios del vino natural. De la misma forma que el movimiento “Occupy Wall St” se resiste a enumerar sus objetivos o a nombrar representantes oficiales, los partidarios del vino natural se niegan a definirse en una manera que les pone bajo la lupa legalista. Eso provoca mucha frustración entre los que temen convertirse en dianas si no suscriben a lo que suponen es el dogma del vino natural.; de allí lo estridente de sus críticas.

A mí, todo esto me parece fuera de lugar. A diferencia de los 99% de la analogía de “Occupy Wall St”, los partidarios de los vinos naturales representan menos del 1% de las ventas de vino.

En cuanto a lo del ‘dogma’, lo único que une a los partidarios es que aborrecen las prácticas industriales en la viticultura y las manipulaciones tecnológicas y químicas en la bodega. Pero fíjate – ¡muchos críticos de los vinos naturales también los aborrecen!

Con que nos quedan los vinos mismos, que los hay de todos los colores, gustos y sabores; ofrecen un amplio espectro desde lo más hermoso hasta lo más … sí, lo más horrendo. Entre los mejores, que me encantan, están el estimulante espumoso de Andrea Calek, hecho en el Ardèche, los magníficos y multifacéticos vinos de Arianna Occhipinti, de Sicilia, los numerosos y complejos cuvés de Jean-Francois Ganevat, del Jura, y los alucinantes vinos de Josko Gravner fermentados en tinajas, en Friuli-Venezia Giulia.

¡Los malos? Naturalmente que los hay. Cualquier género de vino, sin tener en cuenta como se define, incluirá vinos que están mal hechos. Yo he tomado vinos naturales que me sabían a pantano micro-biológico. También he tomado algunos que simplemente no me gustaban.

Francamente, no sé, ni me importa, si los vinos que me gustan beber pueden calificarse como ‘naturales’ o no. Sí sé que la mayoría de ellos están hechos con mucho cuidado por viticultores que practican formas tradicionales de viticultura y por vinateros que simplemente acompañan al vino en su producción sin intentar controlarlo.

El hecho que hoy en día estamos todos mucho más conscientes de las prácticas de viticultura y de vinificación es gracias a una generación de productores, escritores, importadores y otras gentes quienes inspiraron el género de los vinos naturales; como el científico francés Jules Chauvet, quien realizó experimentos en su día con sulfitos, el productor de Beaujolais, Marcel Lapierre, su importador americano Kermit Lynch, e incluso el Sr. Parker mismo, quien durante años ha criticado las peores prácticas de los vinos industriales.

Estas malas prácticas, por supuesto, continúan. Los vinos globalizados que componen la mayoría de la producción mundial de vino son el fruto de la viticultura y vinificación industrial. Y la verdad es que también lo son muchos vinos que se consideran ‘de calidad’, aunque no todos de ellos, ni mucho menos.

Los vinos naturales ofrecen un ideal – muchos ideales – que han tenido una influencia positiva en el mundo del vino en general, a pesar de lo molesto que son. Creo que es mucho mejor escuchar y reflexionar, que dar pataletas de rabia.

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Este post me he molestado en traducidolo porque es un buen ejemplo (único, desgraciadamente) de un artículo sobre vinos naturales escrito por un escritor que habitualmente solo escribe sobre vinos convencionales. Me ha parecido a mí, un artículo sensato, moderado y respetuoso, a diferencia de otros esritores/blogueros de vinos convencionales que cuando escriben de vinos naturales, bien no entienden de que están hablando, o bien escriben consas tontas, y/o provicativas/polémicas para general tráfico a su página web.

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